¿Por qué tengo UN ATAQUE DE PÁNICO?
Antes de decirte qué hacer, te invito a pensar cómo se generan. La amígdala cerebral es la principal estructura encargada del procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, especialmente el miedo. El trabajo de la amígdala es pesquisar posibles peligros lo más rápido que pueda con el fin de protegernos, incluso antes de comprender qué sucede. El trabajo de la amígdala es extraer información del entorno de forma acelerada, sin considerar si se trata de una posible amenaza o estímulo real. Esto lo hace antes de recibir información visual más fina procesada por el neocórtex (nuestra parte racional).
Una vez activada la amígdala, el organismo entra en «modo supervivencia», el cerebro indica a las glándulas suprarrenales descargar una dosis de adrenalina que prepare los músculos a pelear o huir; hay aumento del ritmo cardiaco, sudoración y dilatación de las pupilas. Todo ello como mecanismo de supervivencia automático. En otras palabras, los síntomas típicos de las crisis de pánico, como dolor de pecho, dificultad para respirar, ganas de huir, etc. es mi amígdala intentando protegerme.
¿qué me hace entrar EN MODO SUPERVIVENCIA?
Ese es el gran trabajo a descubrir en la terapia. Desde que somos pequeños, hemos vivido experiencias que nuestra amígdala va guardando como peligrosas, ya sean miedos concretos como el temor a las serpientes, o más bien abstractas, como la sensación de sentirme abandonado o la de la inestabilidad. La mayoría de las memorias desagradables almacenadas en mi amígdala no poseen imágenes ni información verbal asociada, y pueden ser conscientes o no. De adultos, no sabemos reconocer qué nos hace entrar en este modo y menos aún, no hemos aprendido qué hacer ante estas sensaciones, sin tener posibilidades de descarga emocional al sentir tal nivel de peligro. Por lo tanto, las crisis pueden ser una respuesta a una posibilidad que imagino, a un estado emocional o incluso a un «estímulo abstracto».
Además, hay otra estructura llamada ínsula, que cuando siente las señales físicas del cuerpo, aumenta la reacción al tener miedo de estas mismas, hiperactivando ansiedad intensificada. Por lo que puedo desarrollar crisis a la posibilidad que me de una.
entonces ¿cómo detener una crisis de pánico?
1- Detener la activación amigdalina
Para hacer esto, usamos el cuerpo, nos focalizamos en aprender técnicas de expresión emocional de forma corporal. En esta parte, es fundamental no juzgarnos ni enojarnos con las crisis, ya que mis reacciones obedecen a un mecanismo defensivo y no es posible modificarlas atacándolas. Esto puede durar entre 2 a 4 sesiones. Si la intensidad es muy alta se puede recomendar uso de fármacos.
2- Conocerse y aprender a expresar
Luego, se vuelve vital identificar qué me hace entrar en modo supervivencia y cómo expresar dicho malestar, con el fin de aprender a resolver estas experiencias que mi amígdala guardó como peligro de vida. Se vuelve útil revisar creencias y pensamientos que tengo de mí mismo y del entorno, que me llevan a entrar en dichos estados.
3-Recablear amigdala.
Para que sea sostenible a largo plazo el cambio, es necesario vivir nuevas experiencias que me permitan poner a prueba estos pensamientos, cuestionar creencias, darme cuenta que son estímulos seguros, con el fin de que existan nuevas conexiones neuronales. Esto requiere un plazo mayor, de meses probablemente.