Hemos generado este personaje a temprana edad, principalmente, como una adaptación o protección al ambiente que nos tocó vivir. Según ciertas experiencias de estrés en el ambiente, se van creando respuestas automáticas que de a poco irán dando forma a este personaje. De forma consciente o no, el mensaje que nos llegó (de padres, familiares, profesores, religión, cultura) fue que no estaba bien ser como éramos. En mayor o menor grado se generó una herida y al ser tan dolorosa, fue necesario protegernos mediante estas respuestas automáticas.
¿Sueles repetir los mismos comportamientos?
Todos tenemos ciertos «patrones automáticos» o formas en las que aprendimos a estar en el mundo, a pesar de que sabemos que nos causan cierto grado de malestar o incomodidad. Esto, probablemente, ya que son formas seguras, conocidas, que no cambian al racionalizar, e incluso, inconscientes.
Por ejemplo, podemos tener la tendencia a ser comprensivos o buenos con otros, lo cual es una gran virtud. Sin embargo, por la misma razón, podrían existir dificultades para poner límites, pensar en las propias necesidades o no cumplir con ciertas responsabilidades.
Por lo tanto, hablamos de «patrones automáticos» cuando nos referimos a pensamientos, creencias o comportamientos sistematizados y sostenidos en el tiempo. Un especie de «traje» o «personaje» que en algún momento empezamos a usar y no solemos sacarnos porque ya está instalado en mi, «soy así».
El desarrollo personal es un proceso profundo que busca aumentar la conciencia sobre el sí mismo, sobre ese personaje o traje. La terapia pone especial énfasis al por qué se ha vuelto necesario tener que usarlo, qué hay detrás del personaje, y cuándo es necesario dejar de lado esta capa.
¿cómo desarrollamos este personaje o patrón?
¿Y si yo recuerdo una inafacia feliz o sin estrés?
Si hay un patrón, es probable que haya una herida. Pero no tiene que haber existido un gran episodio traumático para generar una herida, sino que fueron situaciones constantes y fundantes, en una época donde el cerebro se estaba formando. Especialmente porque todos los seres humanos nacemos frágiles y dependemos emocionalmente de los cuidadores, y por tanto, de forma natural buscamos sentirnos queridos y aceptados. Hay casos en que, producto de las circunstancias en que nos criamos, se limitaron en nosotros ciertos instintos naturales. Por ejemplo, ante un ambiente de sobreprotección o de «mucho cuidado» constante, el limita un instinto natural, biológico y esperable en un niño de explorar.
seguimos actuando desde la herida
El problema de los patrones automáticos, es que pese a que nos hemos convertido en adultos, nuestro sistema nervioso sigue actuando como si esa herida fuera real y presente en la actualidad, lo que nos limita y nos genera malestar. Pero somos incapaces de darnos cuenta de ello y sin un proceso consciente al respecto nos podemos mantener años así.